lunes, 20 de abril de 2009

¿creer o no creer?


Tenía solo diez años cuando sucedió. Mi hermana Julieta jugaba en el patio de casa con una amiguita mientras yo, concentrada en una tarde de jueves de invierno hacía mis tareas del cole. Escuchaba sus risas, entraban y salían de casa para buscar más y más juguetes. Juli estaba por cumplir los cinco y adoraba jugar con las muñecas.
Eran casi las seis y yo sabia que tenía que terminar lo antes posible para poder ver mi programa de tenis favorito, seguí haciendo deberes hasta que mi máxima concentración fue interrumpida por un ruido, un ruido que hoy se que no voy a poder olvidar más.
Lo primero que se me ocurrió fue correr al patio a ver a mi hermana y su amiga; ellas seguían ahí, pero ya no jugando..se miraban con una cara que a mi me daba a sospechar de que algo ocurría, pero cuando pregunté qué había sido el ruido, con su palidez en la cara, Julieta no pudo responder.
Mamá llegó del trabajo, al rato papá, cenamos en familia y decidí contar lo ocurrido por la tarde, yo había escuchado un ruido y el reflejo de la cara de mi hermana, no lo olvidaba. Pero en ese momento mis padres no quisieron dar importancia a la situación y Julieta negaba lo sucedido,en pocas palabras,parecía que yo mentía.
Como ellos le restaron validez a lo que dacia y Julieta el tema no lo sacaba, a mi ya se me había olvidado. Pasaron un par de semanas cuando al caer la noche en un domingo, estaba por acostarme cuando vi la figura de un niño sobre los pies de mi cama. Rápidamente me levanté y le pregunté quién era, a lo que respondió: no te haré daño, solo quiero hablarte. Mirándolo fijo a los ojos respondí que me dijera lo que quería pero que se fuera. Yo sabia que él no era real, su figura lo demostraba, pero tampoco me iba a dejar engañar creyendo que era un fantasma. Lo único que recuerdo haber escuchado fue que él recomendaba que nos fuéramos de la casa, que no era conveniente que estuviéramos ahí y luego su figura se esfumó.
Esa noche no pude dormir y al otro día dudé en contar lo ocurrido, pero sabiendo que la primera vez no les había importado, temí que me fueran a tomar como loca.
Al cabo de tres días, una noche desperté por gritos y llantos, corriendo bajé las escaleras de mi casa y al mirar vi lo peor, la silueta de mi hermana en el piso, mamá lloraba y mi padre a los gritos llamaba por teléfono y solo escuché un: "es tarde, ya es tarde".
Yo no había escuchado mal, no había alucinado; la figura de un niño, esa casa había estado habitada por fantasmas, que advirtieron a través de ese niño que nos teníamos que ir.
Si, mi hermana había muerto, yo podría haberlo evitado, y sin embargo, no. Con el paso de días investigué sobre la historia de la casa, y hablaba de un asesinato de una nena, lloré y sigo llorando, pero a partir de ese día, yo creo en los fantasmas.

Aylén Negro

4 comentarios:

Liliana Arroyo dijo...

Los padres siempre queremos tranquilizar ante las apariciones fantasmales, será que es más tranquilazador no creer...

Anónimo dijo...

muy bueno aylu no te miento que el final me dio un pequeño escalofrio

chii dijo...

buenisimo aylu! qe feo qe se muera la nena :S

Anónimo dijo...

me dieron escalofrios
muy bueno ayluu!
ludmi