sábado, 16 de mayo de 2009

El hombre de la foto de Betsabé Abasto


En un campo alejado de la ciudad había una casa de dos pisos a la que se mudó una pareja con su hija de apenas 5 meses. Todas las noches
cuando el matrimonio se iba a acostar comenzaban a oír ruidos que provenían de la planta baja. Al principio no le daban importancia, hasta que una noche comenzaron a oír voces. Desde ese momento se les hizo imposible dormir.
Una tarde, cuando el marido no se encontraba en la casa, la mujer decidió tomar la cámara para sacarle fotos a su bebé; cuando las reveló se dio cuenta que una de ellas en la que la bebé se encontraba sentada en el sillón al lado de una lámpara, se encontraba un hombre grande con barba y un sombrero; luego de unos largos minutos ella se tranquiliza y decide subir para rescostarse un poco para lograr dejar de pensar
en aquel hombre que vio en la foto. Mientras dormía ella sueña que se encontraba en su misma casa, en la planta baja -pero no como la tenian ellos- sino sin sus sillones y su lámpara. En el sueño ella ve al hombre de la foto y a tres personas más que se encontraban discutiendo; luego de ver esa escena, aquel hombre se le acerca lentamente y muy despacio le susurra:
"Usted no se preocupe por nosotros, estamos acá hace más de dos años, lo único, le suplico que se vaya de esta casa lo más pronto posible porque uno de nosotros no es nada amigable."
La mujer asiente la cabeza sin ni siquiera respirar, despierta y salta de la cama; se sienta en la cama y se pone a pensar en el sueño que había tenido entonces luego de unos segundos comienza a correr hacia abajo, busca a la bebé y toma algunas de sus cosas.
Rápidamente sale de su casa, sube a la camioneta y arranca lo más rápido posible; ya unos metros de la casa mira por el espejo retrovisor y ve que en la entrada se encontraba el hombre de la foto con una mirada de satisfacción, aunque también de rencor y, quién sabe por qué, de bronca.

miércoles, 29 de abril de 2009

El abuelo de Lucas


Hace días me contaron la historia de Lucas, una historia que me dejó sin palabras y todavía me pregunto cómo sucedió..
Lucas era un chico de 13 años de edad, rubio, de ojos color miel, bajito para su edad. Lucas viajó con su familia a Tierra del Fuego. Tras llevar unos días en la ciudad , la familia decidió ir a patinar en hielo. Lucas entusiasmado fue el primero en tocar la pista, estaba toda la familia junta cuando de pronto el hielo se quebró y Lucas cayó sin ninguna protección al agua helada. Dicen que no se puede sobrevivir más de un minuto en ese agua. La familia desesperada intentó ayudar a Lucas, pero no lograron hacerlo y decidieron ir a buscar ayuda. Cuando volvieron Lucas estaba fuera del agua, no estaba congelado y estaba vivo. Lucas contó que cuando cayó al agua sintió que alguna fuerza sobrenatural lo protegió, miró hacia arriba y observó , que su abuelo, al que no había llegado a conocer, lo ayudó a salir del agua. Una persona con más de 70 años de edad, pelo abultado y blanco, con la mirada sincera y triste, un cuerpo escuálido. Cuando Lucas terminó de contar lo sucedido su madre se puso pálida y le dijo a Lucas que su abuelo no estaba vivo, que había muerto a la semana que Lucas había nacido.

Evelyn Piazza

'' La mujer de la carretera ''

Una noche oscura un grupo de tres amigos, dos hombres y una mujer, iban por una carretera filmando un video de su viaje. En un momento cuando se alejan unos kilómetros de la ciudad, toman un camino equivocado y se pierden; luego de quince minutos de viaje sin saber dónde estaban, al costado de la ruta oscura y desierta, se encuentran con una mujer rubia de tez blanca, que usaba un vestido largo de color blanco. Frenan a un costado del camino, bajan la ventanilla y le preguntan a la mujer dónde estaban; ésta se encontraba perturbada, y no respondió, solo señalaba con su dedo índice hacia el frente unos metros más lejos por la carretera.
Pensaron que la mujer estaba perdida, o que le había sucedido algo, entonces se ofrecieron a llevarla; la mujer sube a la parte de atrás del auto, donde iba el hombre que estaba filmando; arrancan y comienzan a hacer preguntas a la mujer, ella no respondía, solo hacia gestos con su cabeza. Cuando un par de kilómetros la mujer comienza a señalar la carretera, estas personas le hacen preguntas sobre qué era lo que señalaba y la mujer responde-: Hace tiempo en ese lugar de la carretera tuve un accidente y morí ... uno de los hombres pregunta - ¿ qué ? - Ella responde: -ahí fue donde morí ! . En ese momento sufren un accidente y mueren todos. Lo que se pudo recuperar fue la cámara de video, se investigó el accidente, y no encontraron la explicación del accidente, luego de ver el video, se investigó sobre esta mujer de la carretera y se descubrió que ésta había muerto años atrás en el mismo lugar, en un accidente de auto...


Antonella Baulde

lunes, 20 de abril de 2009

¿creer o no creer?


Tenía solo diez años cuando sucedió. Mi hermana Julieta jugaba en el patio de casa con una amiguita mientras yo, concentrada en una tarde de jueves de invierno hacía mis tareas del cole. Escuchaba sus risas, entraban y salían de casa para buscar más y más juguetes. Juli estaba por cumplir los cinco y adoraba jugar con las muñecas.
Eran casi las seis y yo sabia que tenía que terminar lo antes posible para poder ver mi programa de tenis favorito, seguí haciendo deberes hasta que mi máxima concentración fue interrumpida por un ruido, un ruido que hoy se que no voy a poder olvidar más.
Lo primero que se me ocurrió fue correr al patio a ver a mi hermana y su amiga; ellas seguían ahí, pero ya no jugando..se miraban con una cara que a mi me daba a sospechar de que algo ocurría, pero cuando pregunté qué había sido el ruido, con su palidez en la cara, Julieta no pudo responder.
Mamá llegó del trabajo, al rato papá, cenamos en familia y decidí contar lo ocurrido por la tarde, yo había escuchado un ruido y el reflejo de la cara de mi hermana, no lo olvidaba. Pero en ese momento mis padres no quisieron dar importancia a la situación y Julieta negaba lo sucedido,en pocas palabras,parecía que yo mentía.
Como ellos le restaron validez a lo que dacia y Julieta el tema no lo sacaba, a mi ya se me había olvidado. Pasaron un par de semanas cuando al caer la noche en un domingo, estaba por acostarme cuando vi la figura de un niño sobre los pies de mi cama. Rápidamente me levanté y le pregunté quién era, a lo que respondió: no te haré daño, solo quiero hablarte. Mirándolo fijo a los ojos respondí que me dijera lo que quería pero que se fuera. Yo sabia que él no era real, su figura lo demostraba, pero tampoco me iba a dejar engañar creyendo que era un fantasma. Lo único que recuerdo haber escuchado fue que él recomendaba que nos fuéramos de la casa, que no era conveniente que estuviéramos ahí y luego su figura se esfumó.
Esa noche no pude dormir y al otro día dudé en contar lo ocurrido, pero sabiendo que la primera vez no les había importado, temí que me fueran a tomar como loca.
Al cabo de tres días, una noche desperté por gritos y llantos, corriendo bajé las escaleras de mi casa y al mirar vi lo peor, la silueta de mi hermana en el piso, mamá lloraba y mi padre a los gritos llamaba por teléfono y solo escuché un: "es tarde, ya es tarde".
Yo no había escuchado mal, no había alucinado; la figura de un niño, esa casa había estado habitada por fantasmas, que advirtieron a través de ese niño que nos teníamos que ir.
Si, mi hermana había muerto, yo podría haberlo evitado, y sin embargo, no. Con el paso de días investigué sobre la historia de la casa, y hablaba de un asesinato de una nena, lloré y sigo llorando, pero a partir de ese día, yo creo en los fantasmas.

Aylén Negro

Ronco por la noche…




Era una fresca noche de invierno, estaba en el club de rugby en la fiesta de 15 de una compañera, con amigos, familiares de ella y otros desconocidos. La fiesta estaba terminando cuando se hicieran las cinco y media o seis de la mañana, no recuerdo bien pero el horario era más o menos ese.

Con mis amigos recordábamos una vieja historia sobre que de entre los árboles, a la madrugada se solía escuchar los ladridos de un perro ronco, viejo, que había muerto años atrás. Por decirlo de alguna manera era “el perro del club”. Los jugadores lo habían criado desde chico, y quedó ronco de viejo que estaba.

Con mis amigos estábamos sentados en unos troncos caídos en un espacio semi-vacío en el medio de una arboleda cercana a las instalaciones del club. Hablábamos de la vida, como es costumbre en nuestros espacios de recreación filosófica. La distancia respecto del lugar era la necesaria para oír la soledad y el movimiento de las ramas de los árboles provocado por la brisa que corría. El ambiente del lugar, era probablemente, el perfecto para que el perro se nos apareciera.

La discusión estaba llegando a su fin cuando decidimos volver a Madryn caminando, y fue entonces donde creímos haber oído el ladrido de un perro ronco, ladrido de perro viejo, como si se esforzara para hacerlo. Enseguida dimos media vuelta y fuimos a ver que pasaba, pero no encontramos nada.

Nos pusimos de acuerdo en terminar la investigación y continuar la vuelta a Madryn. Hasta ahora no hemos vuelto en busca del animal, aunque quizás hayan sido alucinaciones dada la hora y el cansancio, pero quien sabe, no?...


Julián Moreteau

jueves, 2 de abril de 2009


El señor del paraguas
Había una vez una chica de quince años a la cual la oscuridad y el estar sola le provocaban mucho miedo, siempre necesitaba aferrarse a algo. Ella trataba de cerrar los ojos apenas la luz se apagaba y apretaba fuerte el peluche con el que dormía. Durante varios días, tuvo un sueño que para ella transformaba la noche en una pesadilla. Era muy simple, ella veía en la puerta de su cuarto, parado, quieto, sin hacer nada, la silueta de un hombre con un paraguas en la mano. Era todo negro, no tenía cara ni ningún rasgo, sólo la figura negra del hombre con el paraguas. Muchas noches pasaron sin que este sueño se repitiera, hasta el día de su cumpleaños número dieciséis…
Ella había decidido festejarlo un sábado por la noche en su casa, ya que sus padres viajaban y tenía la casa para ella sola. Aproximadamente a las doce de la noche, comenzaron a llegar sus invitados y lo que no sospechaba era tener la sorpresa de un invitado más, precisamente no tan deseado.
Había mucho alcohol y la música retumbaba en las paredes de la casa, sus amigos disfrutaban la noche bailando y ella con la excusa de cumplir años había tomado un par de copas de más. En un momento determinado, no estando ella en un buen estado, aquel acompañante que no había sido bien recibido en sus sueños, apareció. La chica comenzó a ver la silueta del hombre con el paraguas y empezó a gritar. Los amigos respondieron ante sus gritos desesperados. Ellos no entendían muy bien la situación pero de todas formas trataban de calmarla… esta vez, la silueta del hombre con el paraguas, no estaba sólo en la puerta de su cuarto, sino que aparecía por todos lados. La situación era incontrolable ya que sus amigos se asustaban al verla tan alterada gritando y sin poder ver al hombre que ella tanto mencionaba. No hubo manera de tranquilizarla, lo único que funcionó fue hacerla dormir; lo que había comenzado en una risa terminó preocupando a todos.
Al día siguiente, no recordaba nada, sólo a ese extraño hombre el cual la había estado visitando noche tras noche en sus sueños… y lamentablemente no sería la última vez que ella volvería a verlo. Durante las siguientes cinco noches, el hombre del paraguas volvía y esta vez no permanecía inmóvil en la puerta de su cuarto, sino que cada noche se adelantaba un paso más en dirección a su cama…

Catalina Wedekindt, Ludmila Zabionok, Constanza Cerone e Irene Pérez.

A las cinco de la tarde


Hace varios años, Lucas vivía con su familia en una casa alejada de la ciudad. Era una casa grande como para la familia de este niño, que sólo vivía con sus padres. El padre viajaba mucho y Lucas de tan solo cinco años se quedaba con su madre.
Al pequeño le encantaba jugar y siempre estaba acompañado. Él tenía dos amigos, pero no eran reales, eran amigos imaginarios. Lucas se la pasaba jugando con ellos, a los que llamaba Arnold y Ruper. A la madre de el niño no le preocupó mucho que él tuviera estos dos amigos imaginarios, pero pasaba el tiempo y la situación era cada vez más dudosa. Ella siempre encontraba a Lucas en el placard hablando y riéndose, pero lo curioso era que cuando iba a buscarlo y lo encontraba ahí... siempre eran las cinco de la tarde. Era un placard que ya estaba hacía muchos años, pero ninguno de la familia lo usaba. Adentro no había ropa pero sí un caño con una soga que nunca había sido sacada de ahí.
Con el tiempo, la madre se empezó a preocupar porque Lucas no salía a jugar y tampoco veía televisión. Cada vez que llegaba su marido de viaje, ella le contaba lo sucedido con el pequeño, que lo encontraba en ese placard, pero el padre tenía tantas cosas en la cabeza que nunca prestaba atención.
Un día la madre fue a buscar a su niño y se imaginó que seguramente podía estar en ese placard, porque eran las cinco de la tarde. Pero cuando entró a la habitación no oyó la voz de su hijo como siempre. Fue rápidamente hacía el placard y cuando abrió esa puerta viaja y sucia vio a su hijo ahorcado con esa soga que nunca fue sacada de allí.
La muerte de Lucas nunca tuvo explicación para un matrimonio que quedó destrozado. La pareja decidió mudarse más cerca de la ciudad para tratar de estar mejor.
Cuando la madre estaba guardando todas sus cosas para la mudanza, debajo de la cama vio una hoja de diario muy vieja que le llamó la atención. La agarró y era una nota de hacía varios años y empezó a leerla. Cuando terminó de leer ese papel se largó a llorar profundamente. La nota decía " Un matrimonio que vivía fuera de la ciudad mató a sus dos hijos, llamados Ruper y Arnold de tan sólo seis años. Estos niños fueron encontrados ahoracados adentro de un placard.
Los niños fueron hallados a las cinco de la tarde..."


Florencia Solari Yrigoyen

martes, 31 de marzo de 2009

La casa del río



Lucía era una nena de 8 años, muy introvertida, alegre, se puede decir que tenía un espíritu único, lo cual la caracterizaba ya que ante cualquier situación ella automáticamente recurría a una sonrisa muy particular que todo lograba solucionar. Sin embargo, luego de la separación de sus padres, esa sonrisa había desaparecido, como si alguien hubiera arrancado de ella esa integridad infantil y alegre.
Este hecho llevó a Lucía a la situación de mudarse con su madre a un pueblo alejado de la ciudad llamado Tusco, lugar al cual Lucía no quería ir ya que entendía esa mudanza como una separación con sus cosas, con seres queridos, con su mundo.
Verónica, la madre de esta niña, compró un casa cerca de un lago muy particular, rodeado de hojas marrones y troncos secos, parecía como si siempre perdurará el otoño, como si ninguna otra estación pudiera entrar; un lugar que transmitía mucho frio, tristeza, por momentos pareciera que alguien te estuviera vigilando. Sin embargo, esto no evitó que Verónica realizara la compra, ya que ella decía que eso no afectaría ni a ella ni a su hija.
Al terminar la mudanza, Lucía y su madre se dirigieron al río para ver si eran ciertas las cosas que se rumoreaban en el pueblo. Verónica cuando llegó sintió una presencia que no le deba confianza, por lo tanto le dijo a su hija que iban a irse a la casa porque había muchas cosas por hacer todavía.
En la casa, Lucía fue a su cuarto mientras su madre cocinaba la cena. Luego de un largo rato, Verónica buscó a su hija pero no logró hallarla; muy desesperada salió corriendo afuera de la casa y con unos gritos muy espantosos comenzó a gritar el nombre de su hija, por instinto maternal,
se dirigió al río, y logró ver a su hija sentada en la punta llorando desconsoladamente; tras un largo grito, Lucia corrió a los brazos de su mamá, la cual con voz alterada le preguntó por qué se había ido sin antes pedirle permiso a ella, Lucía con sus ojos llenos de lágrimas le dijo que nunca había tenido tanto miedo, que una nena con un largo vestido blanco y con una muñeca en la mano la había llamado desde la ventana de su cuarto. A la madre esto la sorprendió mucho porque cerca de esa casa no había vecinos que pudieran tener hijos, por lo tanto, le preguntó si había hablado con esa nena y de dónde había salido tal niña, a lo que ella respondió que cuando la vio por la ventana, la nena le hizo señas para ir a jugar, ella salió y la empezó a correr, dijo que la nena se dirigió al río y al llegar a éste la miró con un rostro único lleno de lágrimas y odio, y rápidamente se tiró al río, y no la volvió a ver. Luego de dicho testimonio, Verónica llamó a la policía para informar lo que había pasado, esta última llegó hasta la casa a tomar declaración mientras prefectura buscaba en el río el cuerpo de la nena, luego de horas y horas de trabajo no lograron encontrar ni un rastro de la misma. Dijeron a la madre de Lucía que cómo iba a guiarse por dichos de una nena de tan solo 8 años, a lo cual Verónica respondió que su hija nunca mentía. Esa noche ni la niña ni la madre pudieron dormir A la noche siguiente, Lucía se levantó llorando y corrió al cuarto de su madre gritando "Mamá ayudame, la nena me quiere llevar con ella, mamá la nena se quiere vengar conmigo", Verónica se levantó inmediatamente y le dijo que eran pesadillas, que se acostara, que mañana iba a estar todo bien, Lucía le dijo que era un fantasma esa nena que se llama Judith Corthursi, que tenía 8 años igual que ella y que su padre la había ahogado en ese río luego de haber matado a su madre. Verónica retó fuertemente a su hija y le dijo que era de muy mal gusto inventar esas cosas, que no había motivo para que lo hiciera. Lucia le dijo, con sus ojos hinchados de tanto llorar que no era mentira y que si no se iban, su padre iba a matarlas a ellas también.
Al otro día, Verónica habla con una vecina y le cuenta sobre hecho, dio la casualidad de que tal vecina había conocido el caso, y le aconsejó al igual que el fantasma que se fueran lo más pronto de esa casa, también le dijo, que esa casa al igual que el río estaban malditos, que nadie en el pueblo comentaba ese caso porque ya había habido muchos casos iguales al suyo, y casos que no se habían podido salvar. Verónica, ese mismo día, informó a las autoridades del lugar, personas que no hicieron caso a sus declaraciones y que la acusaron de loca. Luego esta mujer decidió ir a su casa y hacer sus valijas junto a su hija y mudarse inmediatamente.
Es hasta el día de hoy, que Verónica se pregunta qué hubiese ocurrido si no hubiese hecho caso a su hija; y a su vez se pregunta si lo del fantasma de la nena asesinada pro su propio padre
había sido verdadera o un simple rumor de pueblo, el cual su hija al pasar habría escuchado y eso llevó, junto a toda la situación por la que había atravesado, a inventar estas apariciones con objetivo de volver a su lugar.

DAIANA SALVADOR